lunes, 3 de agosto de 2020

Respuesta Yahoshúa y la Mujer Adúltera

Respuesta Yahoshúa y la Mujer Adúltera

27 noviembre 2011 por Ángel Candelaria

El relato de Yahoshúa y la mujer adúltera es uno de varios relatos frecuentemente mal interpretados y manipulados con el propósito de hacer ver que Yahoshúa abolió la Torah (comúnmente traducida como Ley). Sin embargo, el asumir que Yahoshúa abolió la Torah basándose en su deliberación respecto a la mujer adúltera es un grave error, y denota ignorancia de la Escritura en aquellos que así lo aceptan y enseñan. A través de este breve estudio veremos que, sin lugar a duda, más que abolir la Torah, Yahoshúa confirmó la correcta interpretación y aplicación de la misma.


“Pero Yahoshúa se fue al monte de los Olivos. Luego, al amanecer, se presentó otra vez en el Templo y todo el pueblo acudió a él; entonces se sentó y se puso a enseñarles.” Yojanán/Juan 8:1-2 (VIN1)



Para comenzar esta discusión, estimo necesario mencionar que, en relación con el capítulo anterior y el siguiente, el mismo rompe la secuencia o línea de pensamiento que llevaba la narración. En las secciones anteriores y siguientes a esta historia, la Escritura narra los eventos sucedidos durante la celebración de Sukkot de ese año. De hecho, éste relato no se encuentra en algunos de los manuscritos antiguos—como los textos de la Peshitta y otros Siríacos—y en otros manuscritos aparece ubicado en otro lugar en la narración de la historia de Yahoshúa; algunos lo ubican luego de Luqa/Lucas 21:38, otros luego de Yojanán/Juan 7:36, Yojanán/Juan 7:52, o incluso Yojanán/Juan 21:24. De acuerdo con Papías de Hierápolis, uno de los “Padres” de la iglesia, este relato también aparecía en el Evangelio Según los Hebreos. Ahora bien, asumiendo que la ubicación del relato sugerida por el libro de Yojanán/Juan es la correcta, tal parece que este evento sucede durante la celebración de Sukkot.


“En eso los escribas y los fariseos le trajeron una mujer que habían sorprendido en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: ‘Rabí, a esta mujer la han sorprendido en el mismo acto de adulterio. Ahora bien, en la Torah Mosheh nos mandó apedrear a las tales. Y tú, ¿qué dices?’” Yojanán/Juan 8:3-5 (VIN)


Es evidente que la Torah condena el adulterio, y ésto es fácilmente sustentable por la Escritura. Varias porciones de la Torah, como Devarim/Deuteronomio 22:13-30 y Bamidbar/Números 5:11-31, ofrecen instrucciones específicas sobre como tratar los casos de infidelidad. De acuerdo a los detalles ofrecidos en este relato, tal parece que éste era un caso en el cual la mujer estaba comprometida para casarse al momento de cometer la falta, lo cual la hacía merecedora de la pena capital por lapidación:


“En el caso de una virgen que esté comprometida con un hombre, –si un hombre la encuentra en el campo y se acuesta con ella, los sacarás a los dos a la puerta de ese poblado y los apedrearás hasta morir: a la muchacha porque no pidió ayuda en el poblado, y al hombre porque violó a la esposa de otro hombre. Así eliminarás el mal de tu medio.” Devarim/Deuteronomio 22:23-24 (VIN, énfasis añadido)


Sin embargo, la motivación principal de los escribas y fariseos que trajeron este caso ante Yahoshúa no era el buscar la justicia de Yahweh, sino fabricar un incidente en el cual pudieran acusarlo ante las autoridades para desacreditarlo:


“Esto lo decían para probarlo, para tener de qué acusarlo. Pero Yahoshúa se inclinó hacia el suelo y se puso a escribir en la tierra con el dedo.” Yojanán/Juan 8:6 (VIN)


Ésta situación era, principalmente, una prueba política. Para entender ésto, debemos tener en mente que, tras la invasión del imperio romano, los judíos perdieron el poder de aplicar la pena de muerte a las personas que así lo merecían, de acuerdo a la Torah. Tenemos dos evidencias de ésto. Una de ellas la encontramos en la Torah Oral, y la otra en la misma Escritura:


“Algo más de cuarenta años antes de la destrucción del Templo, el poder de aplicar la pena capital fue quitada de los judíos” (Tratado Sanhedrín, folio 24)


“Entonces Pilato les dijo: ‘Llévenselo ustedes y júzguenlo según su ley’. Los [dirigentes] yahuditas le dijeron: ‘A nosotros no se nos permite darle muerte a nadie‘” Juan 18:31 (VIN, énfasis añadido)


Teniendo este dato como base, es posible concluir que los fariseos y escribas buscaban motivo para acusar a Yahoshúa de violar la ley romana. Si Yahoshúa afirmaba que la mujer merecía la pena de muerte, entonces podía ser acusado ante las autoridades romanas de insubordinación, ya que los judíos habían perdido el derecho de aplicar la pena de muerte. Ése privilegio estaba reservado para las autoridades romanas; cualquier persona o grupo no romano que fuera sorprendido aplicando la pena de muerte se exponía a severas sanciones por violentar la leyes romanas.


¿Por qué Yahoshúa decide escribir en el suelo? La realidad es que el relato no ofrece una explicación clara sobre el asunto. Existen varias teorías en cuanto al asunto. Pudiera ser que el hecho de escribir en la tierra fuera una referencia indirecta a la maldición pronunciada por los sacerdotes cuando un hombre acusaba a una mujer de ser infiel (vea Bamidbar/Números 5:11-31). Como parte de este ritual, la mujer era obligada a beber una mezcla hecha de agua consagrada, tierra del Mishkán/Morada y las maldiciones escritas2. Si la mujer había cometido una transgresión, la maldición entraba en vigor; si era inocente, nada ocurría. Por otro lado, el escribir en tierra pudiera ser una referencia a lo dicho por el profeta Yirmeyahu/Jeremías, lo cual da a pensar que Yahoshúa estaba escribiendo sus nombres en tierra—símbolo de que sus nombres serían olvidados y borrados en el reino venidero:


“Esperanza de Yisra’el, O YAHWEH! Todos los que te han abandonado serán avergonzados, aquellos que te dejan serán inscritos en el polvo, porque han abandonado a YAHWEH, la fuente de agua viviente.” Yirmeyahu/Jeremías 17:13 (TKIM-DE3, énfasis añadido)


En cualquiera de los casos, la implicación parece ser la misma: Los escribas y fariseos eran como una esposa que fue infiel a Yahweh debido a sus transgresiones. En otras palabras, Yahoshúa les estaba acusando de lo mismo que ellos acusaban a la mujer adúltera.


“Como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: ‘El de ustedes que esté sin pecado sea el primero en arrojarle una piedra’. Y otra vez se inclinó hacia abajo y siguió escribiendo en la tierra. Pero cuando lo oyeron, fueron saliendo uno por uno, comenzando por los más viejos, hasta que quedó él solo, y la mujer que estaba en medio.” Yojanán/Juan 8:7-9 (VIN)


Ciertamente, los escribas y fariseos habían perdido su caso, y no porque Yahoshúa estuviera “aboliendo la Torah y obrando en la gracia”, como muchos maestros erróneamente enseñan. Para empezar, Devarim/Deuteronomio 22:24 dice que ambos—la mujer y el hombre que cometieron la falta—deben ser apedreados. Sin embargo, ¿dónde estaba el hombre con quien la mujer había cometido adulterio? En este sencillo detalle ya los escribas y fariseos pierden su caso.


Ahora bien, hay otro detalle técnico aun más importante, lo cual dictamina el desenlace de este caso. La Torah establece que, en un caso de acusación con dos o más testigos, los mismos testigos deben ser los primeros que arrojen la primera piedra en contra del acusado:


“A una persona se le dará muerte únicamente por el testimonio de dos o más testigos, no se le debe dar muerte por el testimonio de un sólo testigo–. Que las manos de los testigos sean las primeras contra él para darle muerte, y después las manos del resto del pueblo. Así eliminarás el mal de tu medio.” Devarim/Deuteronomio 17:6-7 (VIN, énfasis anadido)


Sin embargo, cuando Yahoshúa alude a sus consciencias, invitando a aquel “que esté sin pecado sea el primero en arrojarle una piedra” Yojanán/Juan 8:7 (VIN), nadie se atrevió a condenar a la mujer, pues ellos sabían que merecían igual o peor condenación que ella por sus transgresiones. Por otro lado, aunque sabemos que Yahoshúa rechazaba muchas de las tradiciones impuestas por el hombre, en ocasiones usó algunas de estas tradiciones en contra de ellos mismos. Según la Halakhah de Qumram encontrada en los Rollos del Mar Muerto, “nadie que a sabiendas haya violado una sola palabra de los mandamientos puede ser considerado un testigo confiable en contra de su prójimo hasta tanto sea considerado nuevamente apto para regresar a la comunión plena junto a los demás.” (Documento Damascus 4Q270, fragmento 9, columna 10, líneas 2-3). Los acusadores principales, siendo escribas y fariseos, estaban bien relacionados con este principio, por lo que en sus consciencias sabían que no eran aptos para servir como testigos confiables. Por lo tanto, si los acusadores principales no se atrevían a iniciar el acto de lapidación tirando la primera piedra, el castigo que establece la Torah no se podía llevar a cabo, lo cual deja a los escribas y fariseos sin caso alguno en contra de la mujer.


“Entonces Yahoshúa se enderezó y le preguntó: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?’ Y ella dijo: ‘Ninguno, Maestro’. Entonces Yahoshúa le dijo: ‘Yo tampoco te condeno. Vete y en adelante no peques más.‘” Yojanán/Juan 8:10-11 (VIN)


Ya que no había caso en contra de la mujer, Yahoshúa no la condena—de todos modos, aquellos que tenían el derecho legal de iniciar la condena se retractaron, por lo que Yahoshúa no encuentra causa para condenarla. Sin embargo, le dice algo muy importante: “Vete y en adelante no peques más”. La Escritura define el pecado como transgresión de la Torah (1 Yojanán/Juan 3:4). Por lo tanto, lejos de estar aboliendo la Torah, Yahoshúa le está ofreciendo a la mujer una nueva oportunidad de rectificar su vida y comenzar a vivir de acuerdo a la Torah.


En resumen, el relato de Yahoshúa y la mujer adúltera no está evidenciando un “nuevo régimen de gracia” que deja sin efecto la Torah con la venida del Mesías. La realidad es que, desde el Gan Éden/Jardín del Edén, la gracia siempre ha existido, y ha continuado presente a través de la historia de Israel hasta el día de hoy. Por el contrario, en vez de abolir la Torah, Yahoshúa aplica la misma en favor de la mujer que enfrentaba la pena de muerte. Pero luego exhorta a la mujer a no transgredir mas la Torah, confimando así la validez y relevancia de la misma. Ésto, más que una evidencia de un “régimen de gracia”, es una evidencia de la validez de la Torah, la cual sigue en efecto hasta nuestros días. Por tal razón, estemos firmes en nuestra fe en el Mesías y en la observancia de la Torah—no siguiendo tradiciones de hombres que contradicen la Torah, sino siguiendo el ejemplo de nuestro maestro Yahoshúa el Mesías.


“Entonces, ¿invalidamos la Torah por la fe? ¡De ninguna manera! Al contrario, confirmamos la Torah.”


Romiyim/Romanos 3:31 (VIN)


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